En cualquier vehículo hay ángulos muertos que pueden suponer un peligro. En situaciones en las que un conductor intenta salir marcha atrás de un camino de entrada o aparcar en paralelo en San Antonio, la zona situada inmediatamente detrás del vehículo podría resultar especialmente problemática. Según la Fundación AAA para la Seguridad en el Tráfico, un cámara de marcha atrás puede ser útil en estas situaciones.
Las personas con más probabilidades de beneficiarse de este tipo de asistencia visual son las que conducen vehículos más grandes, como camiones y todoterrenos, así como los conductores de más edad. Sin embargo, las cámaras no reciben los altos índices de aprobación y seguridad que cabría esperar. Un estudio de la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en Carretera indica que es un 46% menos probable que se produzca un accidente por alcance, pero es uno de los pocos informes oficiales sobre esta tecnología.
El Washington Post informa de que algunas personas tienen problemas cuando se centran más en la imagen que ofrece la cámara que cuando comprueban los espejos retrovisores y la zona circundante. Las cámaras también pueden suponer un peligro cuando la gente confía en que emitan una alerta sonora y no presta atención mientras el vehículo circula marcha atrás. Así, los conductores siguen chocando con objetos y personas que circulan detrás de ellos, a pesar de que las cámaras reducen los ángulos muertos hasta en un 90%.
En una encuesta, el 61% de los conductores indicaron que pagarían un extra por tener esta tecnología en su próximo vehículo nuevo. Sin embargo, en 2018, las cámaras de marcha atrás serán un elemento de seguridad obligatorio de serie en los vehículos nuevos.